Carne de NO pollo que era harina de trigo con sabor a pollo

Uno probando sabores nuevos a veces se sorprende negativamente aunque muchas otras veces de forma positiva. Todo sea por conocer lo que se come en otros países, en otras sociedades. Y alabar lo bien que comemos en la nuestra, más si es la occidental, donde todo se cuida mucho más que en otras. 

Pero ojo con caer en modas que son de todo menos de calidad gastronómica. Una cosa es comer y otra alimentarse.

Ayer compré en una tienda oriental una lata de conserva de carne guisada de pollo. O al menos eso pensé al ver con mi escaso inglés que ponía pollo (chicken) en la lata. Entendí con la imagen que era pollo con verduras, cuando en realidad era pollo vegetariano, es decir gluten de harina de trigo con sabor a pollo. 

Carne vegetariana realizada con harina y a la que añaden soja para darle color y sabor. Sal, azúcar, agua y un poco de salsa de judías cocidas para completar el ataque a la gastronomía.

El sabor es asqueroso, pero la textura de la carne es tremenda. Efectivamente era una lata de comida china comprada en una cara tienda oriental, pero que anuncia en su etiqueta y casi como amenaza que ha recibido premios. El precio no tiene nada que ver con el resultado, todo hay que decirlo.

La textura del producto tiene bemoles. Es como comerse una esponja o en el peor de los casos y hasta que lees bien la etiqueta, como carne que lleva tantos años en el caldo que se ha vuelto como un plástico podrido nadando entre sopa con sabor a piel de pollo cocido. Con perdón por la impresión personal, pues no soy un experto en carne vegetariana. 

No la recomiendo más que para veganos convencidos, y en estos casos, seguro que ellos conocer muchas más posibilidades para no salir huyendo.