Hacer licor de hierbas, de café o de miel, en casa, con orujo

En Galicia el consumo de orujo en sus distintas variables ha bajado un poco mientras que en el resto de España ha subido convertido en cremas o licores de variado sabor. Nada como tomar un chupito bien frío pero no con hielo tras una comida agradable. Ayuda a la sobremesa, a la digestión de la comida y sin duda a la de la conversación, a la de las palabras.

Lo normal es que en un restaurante de Galicia junto al café de la sobremesa te sirvan un licor de orujo, y si no lo hacen lo debes solicitar. Es obligado para terminar bien la comida. Sea licor de hierbas, sea de café o de miel, cremoso o el clásico y fuerte orujo transparente.

Con los hollejos de la uva tras sacarlos de las prensas del vino, hacen los orujos fermentando todos los restos. Sin duda el alambique para destilar es necesario, así que no me voy a extender en la receta pues no es fácil hacerla en casa, excepto en zonas rurales del norte de España. Por cierto el orujo no se inventó en Galicia sino en Cantabria, dicen que lo introdujeron los árabes como medicina y que al final se ha quedado como un milagro para el diálogo.

Hacer en casa un licor de café o de miel o incluso de hierbas es relativamente sencillo. Necesitamos un buen orujo y hacer un almíbar con agua y azúcar que pondremos al fuego para que se mezclen ambos ingredientes. A este almíbar en templado se le añade bien granos de café rotos para que suelten sabor y color, cambiar parte del azúcar por miel o bien añadir al almíbar una serie de hierbas que son diferentes según fabricantes pero que suelen ser manzanilla, menta, romero, regaliz, orégano, tomillo, nuez moscada, canela, etc. 

Una vez el almíbar con los ingredientes ya bien frío, se le añade al orujo en una proporción de uno a cuatro. Esta proporción puede cambiar, pero entonces bajará la graduación de alcohol más de lo común. Lo habitual es bajar de 40 grados mínimo de un orujo a los 30 más o menos de un licor. Mezclado todo, el orujo con el almíbar, se mete en un tarro de cristal de boca ancha durante entre un mes para el licor de café o el de miel, y los tres a seis meses para el de hiervas, moviendo el frasco al menos una vez a la semana. Así de sencillo.