Morcilla española, embutido ancestral

Hay tantas morcillas como países, como regiones, casi como pueblos de España. La morcilla es uno de los embutidos más antiguos que se conocen, pues con sus más de 2.000 años de existencia datada, se sabe que ya los griegos la comían, tras las matanzas del cerdo. Sangre recién conseguida tras la matanza, un cereal para darle cuerpo, y un toque personal que es lo que le ofrece tantas variedades. Canela, piñones, pasas, grasa, picante, pan, ajo, arroz, cebolla, patata, pimentón, y un sin fin de productos que añaden personalidad a la morcilla, que puede ser dulce, salada, algo picante, fuerte, suave, frita, cocida, guisada o asada.


Esta es una gran morcilla riojana, de más de 700 gramos de peso, suave, de arroz, con tripa natural y que representa a un embutido que incluso llevamos hasta América en su momento, para allí tomar personalidad propia en su gastronomía. No existe una morcilla mejor que otra. Incluso la de Burgos que suele ser considerada de las mejores, tiene variedades y calidades distintas. La salada de Soria me gusta más, y la aragonesa con piñones tiene su personalidad particular si está bien hecha. Pues uno de los problemas de este producto es precisamente su estandarización industrial, que lo ha convertido entre anodino y a veces irreconocible.

Para freiral, poco aceite, bien caliente, y tostada por fuera. Así de sencillo.