Los romanos inventaron para los veranos de duro trabajo en el
campo la merienda. Ellos la llamaban “merenda” y era la comida de media
tarde, sobre las 17 horas, que aunque no solía hacerse en las ciudades, sí
estaba muy extendida en la gente del campo que paraban a comer algo a esa hora para
recuperar fuerzas lo que además les permitía un descanso a los jornaleros que
trabajaban de sol a sol.
Tras la "merenda" continuaban segando o trillando el cereal, que era el trabajo más normal en los veranos.
El almuerzo o comida lo realizaban a mediodía, entre las 12
horas y las 13 horas. Costumbre y horario por cierto, que hasta no hace muchas décadas se
mantenía en algunas zonas rurales del norte de España, basándose sobre todo en los horarios que marca el sol en verano para aprovechar mejor las horas de trabajo.
Para esas merendas o meriendas de las 17 horas, tomaban platos muy básicos, generalmente
“puls” una especie de gachas de harina de trigo, cebada o mijo, que a veces se
complementaban con algo de pescado, huevos cocidos, sesos, trozos de queso o
vino especiado rebajado con agua.
Era el "puls" como un puré de harina de trigo espeso
con tropezones y diluido luego con el vino especiado. Una cochinada desde el punto de vista actual, pero los embutidos o las carnes secas eran para los ciudadanos y aquí estamos hablando de trabajadores del campo, es decir, de esclavos.
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