Hoy las fresas que se venden en los mercados ya no son las que eran, por desgracia para nuestros paladares,
suelen ser insulsas en muchos casos, muy bonitas y duras pero sin aroma ni sabor. Ya las venden durante todo el año, incluso congeladas y deshidratadas para algunos platos. ¿Y las de siempre, las que sabían a fresa de verdad?
suelen ser insulsas en muchos casos, muy bonitas y duras pero sin aroma ni sabor. Ya las venden durante todo el año, incluso congeladas y deshidratadas para algunos platos. ¿Y las de siempre, las que sabían a fresa de verdad?
Las salvajes, complicadas de comprar, siguen reservando el auténtico sabor a fresa. Son mucho más pequeñas pero merece la pena probarla alguna vez para saber que lo que comemos no es bueno aunque se llamen fresas.
Para servirlas, se puede simplemente poner con nata.
Pero más sencillo y sabroso es cortarlas una hora antes de servirlas en cuartos, rociarlas de azúcar y añadirles un chorrito de vino moscatel o de brandy o de licor de naranja o de un vino Fino, y dejar macerar hasta la hora de servir con su caldo.
El lujo sencillo y que todos podemos hacer en casa, es servirlas con chocolate. Bien en una fondue o simplemente poniendo en la mesa un tazón de chocolate bien espeso y caliente sobre el que los comensales y a través de un palillo largo irán rebozando las fresas en el chocolate.
Si al chocolate le hemos añadido un poco de pimienta negra o algo de picante o incluso de sal, el contrates de sabores es especial.