Pan con vino tinto y azúcar

En mis tiempos niños había una merienda que me chiflaba, hoy prohibida como tantas otras cosas. Ahora con 60 tacos no soy alcohólico, creo, y aunque esas florituras que voy a contaros sucedían cuando yo tenía 8 a 10 años, empecé a beber alcohol fuerte pasados los 20 años, sin haber probado nunca antes, más que vino y cerveza. Así que a veces las recomendaciones fallan. Pero hay que hacerlas caso, creo.

Decía que esta merienda me chiflaba por dos motivos. Por lo buena uqe estaba y porque me la preparaba mi abuela Julia. Cogía el coscurro de la barra de pan, le quitaba un poco de miga y con el porrón del vino tinto de mi padre, lo empapaba bien, para colocarle luego encima un puñadico de azúcar. Con aquel bocadillo de vino tinto y azúcar nos íbamos los dos a buscar a mi padre al Puente de Hierro.

Hoy me ha llegado una receta un poco más fina y además de venirme los recuerdos, os la dejo por su calidad y simpatía. Esto es ya para adultos y postre.

Colocar en un cazo el vino tinto con la canela y la piel de un limón (sólo la parte muy amarilla, nada de la blanca), yo recomendaría al menos medio litro y un vino algo peleón. Calentad y dejad que hierva. Mantened unos minutos más para se haga bien y pierda parte del alcohol y dejad que se enfríe. Cortad una barra de pan en rebanadas de aproximadamente un dedo de grosor. Empapar las rebanadas de pan en el vino tinto ya cocido dejando que absorban bien el líquido. Un poco antes de servirlo en la mesa, espolvorear el azúcar por encima de cada una de las rebanadas. Y a disfrutar.

Es verdad que es un plato sencillo al que yo le añadiría un poco de canela y nuez moscada, incluso un melocotón en almíbar para darle un toque de familia con posible o unas rodajitas de piña de lata si lo queremos modernizar. A gusto del comensal…, chicas y chicos.