Hemos terminado (casi) las navidades y seguimos vivos. Un poco más gordos, pero cuidados y empezando la normalidad gastronómica. Sopas, sin duda, caldos, verduras, tortillas francesas, agua, nada de alcohol, frutos secos, naranjas, mandarinas, piña, otra vez verdura con aceite de oliva.
Algún pescado a la plancha o al papillote, unas croquetas de restos si son suaves y dormir la siesta. ¿Un poco de sexo con seso?
Nada de bebidas carbonatadas, que el intestino está un poco cabreado. Nada de carnes fuertes y muy contundentes. Prohibido cabrear más al estómago. Otra vez un vaso de agua. Más verduras o caldos de aguelicos. Bien.
Tenemos que recuperar los sabores suaves en boca, dejar descansar todo el proceso digestivo incluida la lengua. Calmarnos para volver a la normalidad y diseñar una comida de Reyes que no sea agresiva.
Unas berenjenas o unos pimientos del piquillo rellenos de langostino o rape con una bechamel suave.
Algo de bonito en escabeche frío y con unas gotas de vinagreta, con cebolla pochada y un toque de mermelada de naranja.
Un poco de salmón o de bacalao a la plancha con dos boletus o champiñones fileteados haciendo guardia.
Un poco de roscón de Reyes. Un vino rosado joven (Rivera, Borja o Navarra) y un poco de cava de verdad (mejor catalán o aragonés) o de sidra achampañada asturiana.