30.12.15

¿Son malos los embutidos para la salud?

Imagen de la revista Buena Vida
Ante esta imagen resulta complicado negar que suena a maravilloso este color, los sabores que se encierran en la imagen, las ganas de servirnos una degustación de embutidos españoles, de calidad y de control en sus procesos de fabricación. ¿Pero es bueno para la salud tomar embutidos?

Todos hemos escuchado muchas veces que estas carnes procesadas son malas, llevan muchas grasas animales, afectan a nuestra salud cardiovascular, dicen que incluso al cáncer, etc. Lo cierto es que nuestra salud depende de muchos factores externos que no controlamos. La contaminación, los ingredientes que consumimos sin saber que los tomamos añadidos a casi todos nuestros alimentos, nuestra dependencia de la química que va en aumento, nuestra forma poco natural de vivir, el estrés, los abusos en la alimentación por cantidad y que no controlamos, los tóxicos que tomamos sabiendo de antemano que son malos, como es el tabaco y los alcoholes.

También los embutidos se dividen en dos clases muy claras. Los buenos y los malos. Los segundos son los que se fabrican con las partes menos nobles de las carnes de desecho del cerdo. Todos aquellos trozos de carne que no sirven para hacer jamones, carnes que no puede ir directamente a la venta al por menor, zonas con sangre y con más grasa de lo normal, zonas con mucha menos venta que el resto. Los embutidos primeros son sin duda (visitar una fábrica y lo comprobareis) carnes de calidad, jamones, carnes para chorizos y similares, que van a trozos y no en forma de puré, que son perfectamente reconocidos cuando se observa su fabricación.

Con todo debemos admitir que el abuso en cantidad no es bueno ni en embutidos, ni en leche de vaca ni en nada que nos sirva para alimentar. El gran problema, casi el primer problema, no es tanto el tipo de alimentación —si sabemos mantenernos dentro de una dieta tipo mediterránea— sino la enorme cantidad de alimentos que ingerimos. Tomar 20 ó 30 gramos de embutido al día no es tan peligroso como empapuzarnos de hidratos de carbono lleno de salsa procesada para terminar con bollos comerciales de los que desconocemos sus ingredientes reales.