Muchos de nosotros conocemos estos quesitos pequeños y cuadrados, de medio bocado como mucho, que se pueden comprar en Francia o en Andorra. Incluso en Alemania o Bélgica. Han aumentado los sabores, los han refinado, y es que resultan un aperitivo tan simple y a la vez tan parecido a unas aceitunas o unas patatas fritas, salvando las enormes diferencias de calorías, que para tomer muy de vez en cuando son como bombones de queso.
No hay una excesiva diferencia de sabores, pero si lo suficiente como para detectar la diferencias. Dentro de todos ellos, nos espera una pregunta impresa en el envoltorio, en francés por supuesto, para además estar entretenidos.