Esto que vemos arriba es un lechazo churro con patatas panadera servido en un restaurante de Palencia. Una maravillosa carne asada al horno posiblemente en un recipiente grande de barro con poco más que agua, sal y algunas pocas hierbas de campo, que durante algo más de dos horas ha estado al calor de unos 180 grados hasta lograr este exquisito manjar. Pero hay un detalle que quiero reseñar. La etiqueta puesta sobre el asado.
Es bueno que en los restaurantes nos indiquen qué nos sirven con la demostración contundente de las etiquetas. Los clientes queremos de verdad aquello que solicitamos y la profesionalidad de las personas que se dedican a la restauración hay por desgracia en estos tiempos de tantos piratas, hay que demostrarla. Hay excesivos restaurantes donde en cocina no trabajan cocineros, donde los productos no los cocinas ellos, no son lo mismo que dicen o anuncian ser, y los congelados o los envasados al vacío hacen estragos.
Esto es totalmente negativo pues al final los consumidores optamos por NO ir a los restaurantes excepto que nos fiemos totalmente de ellos o sean locales muy conocidos. Y en el resto de ocasiones en vez de ir a un restaurante a disfrutar vamos a alimentarnos, que es muy diferente.