España es país de churros, de esas masas de agua con harina, sal y poco más, fritas en abundante aceite y que nos tomamos en los desayunos. Pero en España como es muy plural no tiene una sola clase de churros. No tienen nada que ver los churros madrileños, las porras de la capital, con los churros aragoneses, los de Murcia que vemos en la imagen (poco conocidos) o con los también diferentes de Málaga o en media Andalucía.
Quien piense que es fácil hacer una buena masa de churros se equivoca, es complicadísimo y un plato que en casa pocas veces sale bien. Por la freidora pero también por la propia masa, tan humilde pero con sus trucos de temperatura del agua, temperatura del aceite y de si llevan algún añadido secreto o no, aunque sea en muy pequeña proporción.
Siempre tienen que salir crujientes, nada aceitosos, que no sepan a harina y estén blando por dentro pero perfectamente hechos y que aguanten al menos una hora de tiempo con ese crujiente que debe sonar al comer.