Personalmente tomo (siempre que puedo) vinos ya conocidos por mi. Generalmente y por mis gustos, rosados o blancos. Huyo de vinos que no tengan una Denominación de Origen, aunque ya sé que esto tampoco es una garantía. Y sin duda intento no comprar vinos que no vengan de bodegas conocidas. Y me marco un tope económico que casi siempre respeto. Pero el vino es también jugar.
Tengo un par o tres de rosados fijos, y media docena de blancos que sé seguros y a mi gusto. Y a su vez otra media docena de cavas y algunos vinos andaluces ya conocidos. Generalmente compro vinos de Borja o Somontano, Calatayud o Cataluña, algo de Rioja, Galicia y Ribera del Duero (mejor de Aranda o San Esteban) y NADA de algunas zonas que no quiero decir.
Pero sé que me estaría perdiendo mucho sabor y juego con el vino si no arriesgara. Hay vinos argentinos maravillosos, algún sudafricano que con suerte te puede sorprender, incluso hay Jumillas que bien cuidados están maravillosos junto a otros hermanos infumables para mis gustos. Tenemos alemanes de uvas diferentes, o gallegos ideales para el marisco. Y a veces las informaciones de los periódicos o internet sobre análisis de vino, ayudan y mucho a buscar vinos distintos.
A su vez tenemos vinos embotellados con marcas blancas de supermercados, que a veces te sorprender por el precio y su calidad. Algunos de las marcas blancas de Alcampo o Lidl son un acierto de precio y calidad.
Pero no todos y hay está el riesgo y el juego. Es importante la información del tipo de uva y de la zona en estos vinos de marca blanca. Y recordar que un blanco o un rosado (casi) nunca hay que comprarlo fuera de la añada más cercana al momento de servirlo. Y que para jugar con vinos, lo mejor es hacer catas al menos entre dos tipos de vinos parecidos pero de lugares distintos.