La cocina española, nuestra gastronomía de familia, es también espacio para los bizcochos, para los postres fáciles si los sabemos preparar con un poquito de gusto y técnica.
Y tenemos ejemplos maravillosos de repostería y de pastelería en España, en casi todos los territorios. Podemos comprar los bizcochos, la repostería típica o la pastelería, o podemos hacerlos en casa.
Mi consejo es que si compramos pasteles en una pastelería de calidad, no compremos uno por comensal, sino que pensemos en cortarlos en tres o cuatro piezas pequeñas, para servir en un platito una degustación de pastelitos. ¿Cuantos trozos quieres poner por plato?
En este ejemplo podemos ver un bizcocho de chocolate y trufa, uno de frutos rojos y un ligero toque de jengibre y una tartaleta de sandía ligeramente caramelizada con pasas y el añadido de un toque muy suave de mermelada de naranja amarga.
El comensal si se le presenta una degustación de postres pequeños, con si quieres algo más un par de bombones de licor y un chupito o copita de moscatel o de vino rancio dulce o un oloroso, va a disfrutar mucho más que si le entregamos un pastel tocho, ladrillo, grande, que agradecerá una vez con los dos primeros bocados y luego le resultará repetitivo.