Por avatares del destino, ayer domingo 17 de julio tuve que comer ingresado en el Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza. Yo había escuchado muchas quejas de la comida, y era una ocasión —por desgracia— para comprobarlo. En la cena del sábado no fueron tan finos, pues me sirvieron un ligero puré ve patata algo desustanciado y dos filetes de embutido de pavo con verduritas variadas más que suficiente y bien de sabor, a su temperatura que es la crítica más habitual. De postre un yogurt.
Pero la comida del domingo me sorprendió. Un plato de entremeses con un espárrago, un vasito de ensaladilla rusa (la mayonesa aparte), un filete de jamón serrano (muy normal) un filete de jamón cocido (sabroso) y un filete de embutido de pollo (Muy bueno) más unas aceitunas verdes y negras. Para segundo cordero asado compuesto de dos filetes gruesos de pierna (muy bien asados aunque algo recalentados por lógica) con patatas a la pobre con cebolla (muy correctas y conseguidas). El plato estaba en temperatura y correcto de sabor la salsa y las verduras, algo justo de sal la carne. De postre tres ciruelas amarillas.
Tal vez tuve suerte, tal vez hayan mejorado las comidas en los hospitales públicas de Zaragoza, pero puedo asegurar que la comida resultó muy agradable, con exceso de cantidad, justa de sal como es lógico, bien de temperatura al mantenerse en bandejas cerradas isotérmicas y más que suficiente de calidad. Si la hubiera sentido al revés lo diría sin pudor, lo aseguro.