Nadie estamos libres de ser engañados, timados, sisados. Ayer compré en el Supermercado Simply —marca Sabeco— de mi zona un kilo de mejillones para una receta. El precio era de 2,4 euros el kilo.
A llegar a casa me uso como siempre a abrirlos con una ligera cama de agua con un poco de vino blanco y algo de sal. Nada del otro mundo. No los limpio antes, pues la barbas y suciedades de los mejillones me gustan para dar más sabor de mar al producto. Pero sé que son manías.
Nada más depositar el contenido de la maya en la ola vi que aquello no encajaba pero no pesé el contenido comprado, lo cual luego me penó. Los mejillones eran todos de tamaño mínimo, como berberechos pero de color oscuro. Os dejo la imagen en donde se ve un mejillón del Simply y otro mejillón de los que venden ya cocidos y congelados en paquetes de medio kilo, para que observemos todos la diferencia de tamaño, sin que el congelado sea elegido por su superior tamaño.
Fue tal el desasosiego al ir limpiando de cáscaras los mejillones colgados, tanto el desaliento al ver que mi receta haría aguas por todos lados, que solo me quedaba la pataleta de hacerle una foto y publicarlo en mi blog. Eso y pesar el contenido en carne de mejillón del kilo de mejillones.
Y sorpresa maldita, el kilo de mejillones se convirtió en 102 gramos de carne de mejillón, una vez limpios de cáscaras, barbas, piedrecillas y agua de su interior. Me salió el kilo de carne de mejillón a 24 euros el kilo. Un mejillón oscuro de un tamaño exquisitamente ínfimo por no decir asqueroso. Ganas me dan de guardarles media docena a Simply y que sepan qué es lo que venden. Me dice mi señora que ellos ya saben lo que venden. Mejor que yo. Lo que venden y lo que compran. Por cierto, el congelado y grande es de Mercadona.