Se hacía un caldo de ternera de los clásicos, con pierna de ternera cortada en trozos pequeños para que suelte el sabor y la sustancia, unas verduras del huerto tipo apio, puerro, zanahoria y acelgas, un puñado de arroz y una patata pequeña.
A las dos horas de cocer, cuando el agua haya reducido a la mitad vigilando que no se os quede muy seco, se exprime todo con una cuchara de madera, se revuelve bien todo el resultado y se cuela dejando que pase algo de la sustancia de las verduras, en un colador de agujero grueso.
Se añade un poquito de sal y se deja reposar como poco un par de horas para que se asienten los sabores. Sería hasta ahora la receta de un caldo clásico que convertiremos en un caldo para enfermos.
Antes de corregir definitivamente el caldo con la sal añadida al cocido, se retira a una olla como media taza del caldo a la que se le añadirá doble cantidad de leche de vaca y una cucharadita de azúcar, para revolver bien todo para que se mezcle la leche, el caldo y su grasa, con el azúcar. Y todo ello se vuelve a calentar antes de servir.
Es agradable y muy buena para enfermedades de pecho y tos, según dicen. Y sí, es un caldo dulce.