Son simples piruletas de colores, de esos caramelos de baja
calidad en muchos casos que se venden más para regalos de cumpleaños que para
otra necesidad y que muchas veces terminan sin acabarse. Son baratas, estas se
vendían a 1,80 euros, pero se paga más la gracia y el tamaño que la cantidad y
calidad del caramelo. Por cierto, en la mayoría de las ocasiones están más
dirigidos a jóvenes que a niños.
Deberían llevar solo azúcar, un poco de glucosa y unas
gotitas de limón y de extractos de sabor. Pero en formato industrial llevan
también conservantes y sobre todo colorantes. Mucho cuidado con estos últimos que no siempre son saludables.