Ellos tras ayunarlos como en España para que suelten excrementos, los lavan también muy bien y los escaldan en agua que se va calentando poco a poco hasta que esté hirviendo para engañarlos y matarlos.
Tras esta operación los sacan de las conchas, las quitan las partes finales de las tripas y ponen la carne a cocer en un caldo corto generalmente de pollo o carne suave.
Una vez ya blanda la carne del caracol, vuelven a poner cada uno de ellos en una concha y les ponen a modo de tapadera un poco de mantequilla salada con ajo y perejil. Y los ponen al horno o a las brasas para que se terminen de unir los sabores del caracol cocido junto a la mantequilla de vaca y el ajo y perejil.
Un aperitivo, entrante o primer plato, digno de un aplauso, sin duda.