No sabemos lo que tenemos hasta que en alguna ocasión lo perdemos. El valor de los productos está siempre en comparación con otros. Este es un ejemplo. Un “jambon de campagne” de un mercadillo del sur de Francia. Un clásico jamón de cerda excepto por dos pequeños detalles. El exceso de blanco, de tocino, y el precio para no ser un jamón con alcurnia. Sin duda el veteado nos indica un buen jamón, excepto por su sabor, mucho más flojo que el español. Apreciar lo bueno es además un ejercicio sano si lo acompañamos de apreciar “lo nuestro”. Al menos en este caso no es un jamón cocido o un jamón ahumado, sino un jamón imitando al español, al cercano y maravilloso jamón de Teruel.