Los restaurantes de menú tienen dos tipos de clientes en los servicio de comidas: los que trabajan o viven en la zona donde se encuentra el local y los turistas o espontáneos que caen aleatoriamente. El Restaurante Bula Tapas de Zaragoza, en la calle José María Lacarra, es de los primeros por su ubicación en una buena zona de comercios y oficinas, de servicios y viviendas de un cierto nivel. Lo que le debería servir para admitir que ambos tipos de clientes son importantes, los habituales y los esporádicos, pues la profesionalidad del comedor está precisamente en tratar a cada cliente como el mejor cliente.
El menú del día en laborables es un gran menú, a 16,50 con impuestos y bebida, con 5 primeros y 6 segundos para elegir, con algunos de estos suplementados con un precio añadido. Hemos estado tres personas tomando diferentes platos para analizar su cocina y sala. El resultado final ha sido muy aceptable, con alguna sorpresa agradable y una cocina excelente. En cambio el servicio de sala, al menos por una persona, es mejorable y creo que en el Bula lo saben.
En nuestra clásica puntuación media sobre 10 apartados ha obtenido 19 puntos de un total de 36, que es una cifra alta, que debería haber sido más si en sala el trato hubiera sido un poco más “normal”. No se espera nada de la sala, pero algunos gestos de un mal día, algunas formas, hay que pulirlas para con todos los clientes.
Bueno el arroz con calamarcitos, muy buena la pasta o los saquitos, normal el calabacín al que habría que dar otra vuelta para mejorarlo. Espléndido el pulpo al que le falta —si acaso— un poco de cantidad, muy buena la corvina, buena la paletilla asada. Los postres son justos, aunque el helado de mojito estaba muy aceptable. Una hojita verde encima de las bolas hubiera sido un buen remate.
Un sitio a recomendar, sabiendo que te puedes encontrar con algunos gestos jóvenes de impetuosidad, pero es la sangre y tal vez la falta de profesionalidad en escuelas de cocina y sala.