En las calles más importantes de muchas ciudades europeas o americanas es muy normal ver a vendedores de productos alimentarios cocinados o procesados, que en España no es común ver. Seguro que todo es todavía una rémora legal de los rígidos controles que se impusieron tras el drama del aceite de colza del año 1981 en gran parte de España.
Estos pequeños puestos de comida callejera ofrecen desde muchos tipos de carne a la plancha, burritos, hamburguesas, perritos, zumos, caldos incluso, y diversos tipos de pastelería o de crepes, que cumplen la función de comida rápida y barata sobre todo para turistas y personas que tienen que estar en los centros de las ciudades realizando gestiones diversas.
Aquí podemos ver dos ejemplos en la cercana ciudad de Toulouse en Francia, vendiendo crepes rellenos y zumos de naranja que realizan en el instante. Pequeños negocios con poco inversión, que resuelven problemas a los viandantes y a los propietarios de los servicios, que encontraron una forma de vida añadida a sus ingresos.