Los huesitos de San Expedito es un dulce típico de la
repostería española que tanto se hace en Andalucía, sobre todo en la zona de
Sevilla, como en el País Vasco donde se pueden comprar en Bilbao por poner
ejemplos distantes, al igual que en Valencia o en Guadalajara.
Es una sencilla masa de harina, azúcar y yema de huevo que
como las rosquillas se terminan friendo una vez hecha la masa y dada la forma
en abundante aceite muy caliente. Su forma es alargada como si fueran huesos de
un brazo pero del tamaño de un dedo gordo, algo más largo, que se rocían luego
con un azúcar molido o azúcar glas.
Lo más curioso de todo es que San Expedito, al que
presuntamente van dedicadas estas reposterías, no es reconocido como santo por
la iglesia católica aunque existan bastantes imágenes suyas repartidas por
todas las iglesias españolas.
Dicen que era un oficial romano, hablan que comandante,
convertido al cristianismo tras dudas y cambios, y que entre otras hazañas
defendió a los cristianos que iban a los circos a morir devorados por los
leones, en contra de las opiniones de sus superiores. Es por ello considerado un
patrón de militares, de las causas urgentes e imposibles, de los juicios
imposibles y de los viajeros.
Y también se dice que sus restos, en forma ya solo de huesos
(y de aquí vendrá el postre repostero que enseñamos) llegaron como reliquias en
una caja por el año 1781 a un convento de monjas francesas, mezclados con otros
huesos de otros santos. Pero tranquilos que esto que se vende en las
reposterías no son huesos sino masa frita muy agradable, sobre todo si está recién
hecha.