Ahora que llevo unos días por Bruselas y observando por obligación imposible de evitar las centenares de tiendas que exclusivamente venden chocolate en esta bella ciudad belga, y tras visitar algunas de estas chocolaterías sobre todo para impregnarme de olor y picar algunos detalles de vicio de sabores, a uno le viene el recuerdo histórico de que al primer lugar a donde llegó el cacao desde América con la fórmula original para hacer el chocolate fue a Aragón, al convento cisterciense del Monasterio de Piedra, allá por el año de 1524 aunque no fue hasta 1534 cuando se tiene constancia de la primera receta de esta bebida amarga al principio y a la que se le podían añadir hierbas, aromas y especies, picantes y saladas hasta que se introdujo el azúcar como elemento que supo agradar definitivamente a todos los que lo probaban. Bebida por cierto, que siempre fue considerada como vigorizante, saciante del apetito e ideal para ir a largas y duras jornadas de trabajo. ¿Y por qué el chocolate no goza de una apreciación en Aragón como disfruta a nivel mundial en Francia, Bélgica, Alemania o Suiza?
En Bélgica se vanaglorian en emplear sólo aceite de cacao en sus recetas de chocolate, sin ningún añadido de aceites vegetales de ninguna clase, lo que le confiere su delicado sabor y sobre todo el resultar tan suave en boca que logra que el chocolate se deshaga con la propia temperatura del cuerpo humano. Pero hasta el año 1857 no se empezó a fabricar chocolates en Bruselas en una confitería farmaceútica que todavía existe en el centro de Bruselas, en las Galerías St. Hubert. ¿Y donde está el éxito de Bélgica con el chocolate, sólo en utilizar manteca de cacao? Pues no. En realidad la comercialización de los productos es el gran éxito de las ventas. Ellos fueron los primeros que realizaron el chocolate relleno, el ya clásico "bombón" de dos texturas, duro por fuera y blando y con otro sabor en el interior. Y también fueron los que inventaron la comercialización en cajas en vez de en cucuruchos. Hoy los sabores del chocolate son muchas decenas. Con frutos secos o con frutas escarchadas, con especies o muy diversas mezclas de texturas o grados de dulzor, con menta o guindilla, con sal o con canela, con café o con licores.
Y que no se nos olvide que estamos hablando siempre del chocolate europeo, dulce y nada amargo como todavía se toma en Mexico y algunas zonas de América. Y que incluso en Europa no se toma igual en España que en Suiza o Bélgica. El clásico chocolate a la taza sigue siendo un regalo al sabor que como en España no hay lugar a comparar. Sea chocolate con churros o con pan frito y azúcar en baritas. O incluso con tostada de pan al horno con un toque de ajo refrotado sobre la miga en caliente.