Como crecen entre las hierbas a veces altas, no son fáciles de ver, pero una vez que el recolector las encuentra sabe que aunque se lleve las más grandes, puede volver todas las semanas al mismo setal pues le estarán esperando más setas crecidas para ser degustadas, bien rehogadas solas o con otras verduras como la berenjena o bien en revueltos o acompañando un arroz. Diríamos que tiene una gastronomía muy similar al del níscalo.
Estas caperanes de la imagen son de Ansó en Huesca, pero dicen las malas lenguas (pues entre vecinos las lenguas de doble filo siempre son malas y muy puntiagudas) que las Caperanas de Hecho está mucho menos cucadas, es decir, tienen menos gusanillos dentro. Cosas de vecinos que se dicen entre ellos con la sonrisa casi asesina en la mirada.
Nota.: La imagen (y quien se las comió) es de Luis Iribarren