29.5.25
Debate sobre el Estado de la Garnacha 2: El vino papal del Ródano o la posición de la Garnacha Aragonesa en el Shin Gyo So
Los Papas prerrenacentistas en su sede francesa de Aviñón se aficionaron a los vinos de Borgoña, valle del Saona, y del valle del Ródano cuya calidad fomentaron para su uso propio. Componentes de familias aristócratas, aficionados a la buena mesa y a los caldos, es en esta ciudad del sur de Francia en la que ensayaron los sistemas recaudadores masivos de diezmos que les dieron acceso al esplendor cortesano del que vislumbramos que todavía disfrutan. El eslogan: convertir los castillos papales en palacios. De estar a la defensiva, el viaje hasta ser mecenas.
Los vinos de Borgoña o Burdeos, la champaña que hizo afirmar a los bodegueros de Reims que Napoleón había perdido un imperio pero contagiado para siempre a varios estados de sus drogas legales, han representado por ellos mismos que Francia y su sector agrario se resarzan por preeminencia en el mercado mundial de cualquier penalización por guerra impuesta. Si la gastronomía florentina y la ingeniería de Da Vinci fue llevada por María de Medici a la corte francesa, las ampulosas garnachas del Ródano y los redondos vinos del Piamonte saboyano conquistaron para siempre al Papado y los cardenales de la Iglesia una vez devuelto a Roma como los vinos de Aquitania, Jerez y Oporto a los bárbaros anglos y normandos.
El ligero y ácido, el alegre pero no distinguido, vino de las colinas volcánicas de Frascati que aún abunda como básico de la capital italiana, ideal para pastas con poca proteína, fue barrido del mapa por los perfectos preparados de la Galia a partir de uvas casi musicales por cultivadas en su límite de latitud geográfica. Unas dan el fa, los vinos de Provenza dan un do de ópera de Verdi.
Los vinos de las costas del Ródano, refrescados por el mistral secativo (viento noroeste francés que baja canalizado por el río al sur de Lyon generando un clima semejante al del valle del Ebro) se elaboran en su mayor parte, los de mayor enjundia, en la comarca de Aviñón y hasta el monte Ventoux o ventoso. La capital de los vinos papales de la variedad “grenache” es Chateauneuf du Pape, comarca de Vaucluse, que goza de denominación propia. Sus campos contienen, al modo de los de Cariñena, rocas de cuarzo y pizarrosas que reflejan el sol en una tierra por lo demás fresca. Nos hallamos ante el vino de las piedras francés.
Los vinos de la primera comarca francesa en que el sol entra por el tren de alta velocidad huyendo en invierno de las boiras de París sorprenden por su rotundidad, su color rubí cardenalicio con reflejos morados, su olor a madera, regaliz y monte junto a la presencia de recuerdos a frutas negras como las moras y su paso de boca muy amplio y aterciopelado. Entonces nos encontramos unos vinos muy semejantes a los bien afinados del Sistema Ibérico zaragozano, de 14 grados o más y que igualmente se presentan a partir de zumo de garnacha en estado puro o con adición en pequeña proporción de la uva syrah.
La escritura y cualquiera de las demás manifestaciones artísticas asiáticas obedece a dos extremos y un centro: lo que se expresa en japonés con la trinidad shin gyo so (verdad, camino o deslizamiento y hierba). Mi abuelo aprendió a escribir en Jaca y lo hacía simulando las letras de imprenta de los periódicos; en cambio, a mi padre en Navarra le enseñaron a escribir y firmar con una letra pulcra y redondilla; y yo tomo ideas y cogía apuntes en la Universidad con una caligrafía propia y vivaz, incomprensible incluso para mí en ocasiones como parte de mis textos.
En la cultura del este asiático, China como imperio central es el universo de producción poética, de artesanía y cerámica tendentes a la perfección, el de la ópera de Pekín y el cine de Zhang Yimou; los alimentos complejos en cromatismo presentados al unísono como en el desbordante y barroco, no es contradictorio, plato vegetario de las delicias de Buda y del té de jazmín o varias variedades presentado en porcelanas perfectas.
Aunque Japón en ocasiones ha virado hacia el gusto chino por el “shin”, lo verdadero, y lo ha llevado en el budismo hasta las últimas consecuencias creando jardines perfectos, cubriendo pabellones de oro; resulta identificable en occidente por su huida sintoísta o búsqueda del “so”, la vuelta a la hierba, al niño y su garabato con que se enriqueció Miró. Es el estilo minimal, la expresión libre e imperfecta, la cerámica de barro desigual y la ceremonia del té. La huida de la poesía rimada. Sus whiskies de Hokkaido, sakes de gran calidad y té matcha concentrado son puros en sabor y cromatismo, su cocina representativa respeta la tensión de los alimentos. Aunque lo esté expresando con abundancia, me penalizaría que el relato japonés sí lleva a la praxis que menos es más.
El término medio o camino, lo aceptable para cualquiera, la transición o punto medio entre los extremos hasta Europa ha descubierto que la representa a la chita creando el cine y cocina coreanos. La obsesión japonesa fue mayor por el goce estético que en Corea, ante la evidencia de que les resultó imposible empatar la perfección china en ejecución de muebles lacados, en figuras diminutas de marfil o jade perfectamente resultas o replicar la belleza de los actores o actrices chinas, especialmente del sur de color de piel albaricoque. Solución inteligente, se pasaron al lado de la hierba, la ligereza y la belleza momentánea y le crearon el relato que, no es paradójico al simbolizar la vida privada frente a la pública, ha triunfado en el mundo. Dotaron a la imperfección de estilo propio apelando a la pureza y la armonía. Para contrapesar, van en traje hasta cuando no toca y su indumentaria de protocolo es la estricta inglesa.
El país central europeo material, el espíritu se lo adjudicó Italia en el reparto por conveniencia, el dador de derecho y sistemas de envejecimiento del vino es Francia. País superdotado de valles, suelos y climas con abundantes o suficientes precipitaciones en donde todo cabe, produce vinos perfectos por delicados pero emblemáticos. Por si le faltaba algo, tiene garnachas para redondear el catálogo en la Provenza que dan los vinos reseñados y uno de los mejores rosados del mundo, pariente de los vinos navarros tradicionales, en Tavel. Nuevas zonas que mencionaremos están produciendo soberbios caldos, como la Cataluña del norte.
Qué tienen los vinos y los actores y actrices franceses, esparcido a las gentes del común: porte. Clasicismo, porque el glamour está al alcance de cualquiera. Y si no llega, unas risas.
El Papa de Cahors Juan XIII ordenó plantar los viñedos de Chateauneuf que portan su genérico apellido y fue un entusiasta comercial de varios de los vinos mejores del mundo de garnacha, los de Hermitage y Roquemaure. La ciudad papal de Provenza, crisol gastronómico y punto de encuentro, albergó a Francesco Petrarca a quien tanto le costó dejarla por aficionarse a estos vinos y los capones en ellos estofados. Fue su embajador para siempre hacia los intelectuales italianos.
Menudo relato de perfección. Esa es la dirección en la que las garnachas aragonesas nunca podrán ir como, en todo caso, vinos de tránsito o “gyo”. Es el intento que se hace con las campañas en que se menciona que maduran en un lecho pedregoso o en condiciones inverosímiles.
El relato “shin” de perfección en España, de los vinos imperiales de estos con los que se cierran compras de mascarillas, se pueden beber dos botellas por persona en paradores, ya tiene dueños. Aznar inauguraba su año político cerca de Peñafiel rodeado de los caldos que subsisten gracias al agua del pantano de Vinuesa y la cuota de coalición la imponen los nacionalistas vascos con su vino de la Rioja alavesa o Cataluña, invocando a la calidad de sus cavas con nombre de rey godo, los blancos de Alella y sus vinos milagrosos de cariñena del Priorato.
Aragón no debe perder la tradición “so” de sus vinos de garnacha. Mantener el relato que es raíz como relacionados con la cultura popular, el encuentro en la Posada de las Almas, la potencia de sus vinos jóvenes bien elaborados, su regusto a regaliz compartido con los nobles de Provenza. Apostar por la sencillez y la pureza. Superar cierta crisis de identidad que se tendría yendo a dar la batalla contra los vinos técnicamente impecables o con imagen de marca potenciada.
Al rosado navarro, para mí el mejor del mundo, le sucede lo propio. Por demasiado popular, por sincrético y básico, por suficiente, no se le valora tanto. Tiempo al tiempo, Provenza.
No todas las relaciones con el vino ni con las personas son únicas ni determinadas, generan poder y marca.
Los adoradores de los caldos de renombre para los que se les añaden a la fórmula cuantos litros sean necesarios los consumen a demasiada velocidad. Cuando su cese, pérdida de negocio o relaciones por codicia les arroje a una tarde con abundancia de tiempo, destemplada o de primavera demasiado larga, hostil y despiadada, sin agenda, la solución será sencilla: llenar todo ese vacío con un vino aragonés que les detendrá el tiempo, que alegrará su jubilación como un agua mineral picante una dieta.
Cuando el tiempo normal no gozaba de existencia tan marcada, qué placer beberse un trago de garnacha fresca y ácida de una bota golpeada por el aire seco de cierzo. Como vais a terminar haciéndolo hasta los que lo corrompéis todo con vuestro mal gusto, matando a un vino shin con vuestro perfume de aeropuerto, empezad a valorar nuestro romántico, sencillo y verdadero vino.
En ese momento de iluminación, vosotros seréis la cabeza de vuestra Iglesia y la garnacha con su sabor a pasa y regaliz, su recuerdo a las meriendas en pan y azúcar, vuestro presente. La conexión con ese clima que nos ha modelado: el de la helada de primeros de noviembre que cae sobre Miedes y endulza el racimo, el viento que modera una jornada de sofoquina de junio en Ainzón o la brisa que baja de Cotiella y que espabila la mente de grano de uva parraleta en Adahuesca.
28.05 Luis Iribarren
20.5.25
Aguas infusionadas con frutas
Uno de los detalle que observo casi con envidia cuando viajo por Europa, es que en la entrada a los hoteles casi siempre hay una jarra con agua refrescante de frutas, o una máquina de agua automática a la que le han añadido diversos elementos vegetales en su interior.
En España algunos hoteles, muy tímidamente, empiezan a practicar este bello detalle.
El agua me imagino que embotellada pero no necesariamente, que está en reposo y maceración con trozos de frutas refrescantes. Manzanas, fresas, cerezas, limones o limas, moras, kiwi, melón, sandía, frutos rojos, naranjas, trozos de pepino o rabanetas, y hojas de menta o de hierbabuena.
Hay muchas maneras y productos vegetales que encajan muy bien en estas agua perfumadas. Y que se consumen por el sabor, e color leve y el olor a naturaleza.
19.5.25
Debate sobre el Estado de la Garnacha 1: Rioja Baja
El primer fin de semana de junio se celebrará en la Arboleda de Macanaz de Zaragoza una nueva edición del rotatorio europeo Festival Internacional de la Garnacha.
Este soto de ribera artificial que en la Guerra de la Independencia ubicó una fosa común para más de diez mil muertos ejecutada por los invasores para evitar la propagación de enfermedades en la Zaragoza que nunca se rindió. Anónimos resistentes a quienes se ha dedicado una escultura de Gazol en su extremo oeste de la arboleda.
En el espacio concebido por el albaceteño político destinado a Zaragoza Melchor de Macanaz recientemente se ha plantado una pequeña parcela de garnachas que sí tienen mucha más relación histórica con Aragón que tantas ocurrencias que se ejecutan por el Ayuntamiento. Además de que el actual parque es atravesado por la GR del río y contiene especial indicador kilométrico de la distancia a Deltebre y Fontibre y una minimal aunque suficiente fuente en la que pequeños chorros representan a los afluentes del río padre principales de sus dos márgenes.
Nuestra ciudad opta a convertirse en capital mundial de la garnacha para, nuevamente, fomentar más y más visitantes que tengan a la hostelería y cierto comercio contentos. Porque vamos hacia eso, las sensaciones sin reflexión. Cuando la irregularidad en la hostelería zaragozana campa, siendo una ciudad en que las tapas no son precisamente sensacionales porque se renuncia a la base a cambio del top, cuestión que le encanta a nuestros actuales regidores.
No parece apropiado que Aragón se apropie la garnacha pues por especificidad y características distintas regionales, cada suelo es un mundo (un terroir que dará o no calificación de cru), existe una amplísima paleta en los vinos fermentados a partir de esta uva. Sin discusión, eso sí, la reina por resistencia a las heladas tardanas y el clima continental seco de las viñas aragonesas.
Demos un paseo por el mundo hasta esa fecha para disfrutar de otros vinos producidos a partir de la garnacha, soberbios, y así resaltar por qué Borja se atribuye ser su imperio, el Matarraña la borda con sus subespecies propias, Calatayud resalte la condición heroica de sus vinos o Cariñena matice que su garnacha es el producto del zumo de sus raíces enroscándose en sus piedras.
A ello llegaremos como colofón: por qué es tan extraordinario y aún desconocido este varietal para los propios aragoneses. Muchos de ellos todavía tienen en el recuerdo que no lo pedirán por tratarse de un vino peleón, fuerte y áspero, relacionándolo con aquellas compotas de vino de 18 grados que se trasegaban en el Tubo con el propósito de directamente alegrar y preparar el garganchón para una jota.
Empezaremos por nuestros vecinos riojanos.
Confieso que, excepto determinados grandes vinos de Haro hoy a precios casi prohibitivos y los vinos de garaje de San Vicente de la Sonsierra, llevaba lustros huyendo de pedir o comprar Rioja crianza de los medianos, por excesivamente amaderados. Claro está que a mí no me pretenden satisfacer los vinateros riojanos sino a sus mercados que directamente piden vino por su apellido de ubicación o supuestamente afinado por un marqués o un barón de Valencia, Madrid o Bilbao. Y ya les ha ido bien presentándoles un vino incluso a veces rebajado con un poco de blanco, muy afrutado en dirección al sabor de cereza con su color rojo picota y algo amaderado como un perfume. Pues el olor siempre les ha importado mucho.
Sin embargo la pérdida de mercados por excesivo conservadurismo les ha obligado a espabilar, puesto que los blancos gallegos casi dulces, los secos castellanos, los tintos mayestáticos y profundos de Ribera o sedosos de Murcia y la revolución de la garnacha hacia su refinamiento en Aragón les estaban comiendo el terreno. Hallándose en mitad de ninguna parte en calidad precio, han quitado madera y torrefactado a sus crianzas intermedios y llevan un tiempo no poniendo todos los huevos en la cesta del tempranillo.
La Rioja Baja, antes en la denominación por caridad y política, se está convirtiendo en la espoleta de una revolución que ya hoy ha puesto en valor su territorio, su mineralidad y condiciones tan cercanas a la de la Celtiberia aragonesa en bancales y pagos diferentes. Ello ha dado lugar a impresionantes monovarietales riojanos en garnacha y su uva cabernet propia, la untuosa Maturana. Tan terrosa como el shiraz y más sutil en sabores, aporta vinos de un olor extraordinario y frescos por mentolados.
Del mismo modo que los aceites de ese feliz lugar en el mundo que es el valle del Cidacos como pasa con los del Moncayo son sensacionales. Uno de los mejores que he probado es una paleta compuesta por adición a una base de jugo de empelte de olivos centenarios de porcentajes pequeños de olivos de arbequino, negral y las propias redondal y machona para obtener un oro líquido enverdecido.
En materia de vinos nuevos con personalidad, existen revolucionarios bodegueros al norte de Calahorra y en el vecino valle del Alhama, en Cervera como en el Alfaro, que piensan que a la garnacha le queda un relato y una batalla que dar.
No en vano es la que ya se ha ganado en los pagos de altura del Sistema Ibérico zaragozano y que consiste en aproximarla en delicadeza, finura, virarla en tratamiento, hacia vinos de color violeta. Lo que se consigue en parte adelantando la vendimia unos cuantos días para producir mostos de gradación más contenida, frescos y hasta florales. Estando en lo cierto en profundizar sobre que los caldos de garnacha, se demuestra con los excelentes cavas de Cariñena, se comporten como redondos y sutiles vinos finos de Borgoña lo que ampliaría sus degustadores hasta el infinito, los acercaría a consumidores a los que se puede estar renunciado por orgullo.
Así, llevar la uva hacia las características de los suaves y aromáticos vinos de pinot noir es multiplicar por tres el precio del vino. Dejando un poco de lado al californiano Parker que solo puntúa con más de 90 un vino cuando lo considera un bálsamo o compota.
Sin renunciar al resultado de vino sedoso que se consigue, como se demuestra en las viñas de moristel de la Penibética, con el intangible de las largas horas de insolación de las que carece la Rioja Alta, regada por tormentas cantábricas. Especiales y amplias de matices me parecen los vinos a partir de garnacha de Aldeanueva de Ebro y Tudelilla, a un paso de las pereras de más calidad del mundo: las de Rincón de Soto.
La comarca se está especializando asimismo en aromáticos tempranillos blancos y buscando sutiles vinos dulces.
Todo ello tuve la oportunidad de degustarlo con un simpático y sencillo despachador de grandes vinos del oriente riojano, José María Sáenz de Tejada, en su imprescindible vinoteca “La Antigua Vía” de Arnedo. No me extraña que me asegurara la enorme cantidad de pedidos de estos nuevos vinos de Rioja que le solicitan particulares fuera de España. Degustadores que ya no piden Rioja, sino que le encargan una selección de blancos y tintos diferentes y especiales fuera de las grandes marcas que presentan cada añada vinos de idéntico perfume.
Ambos convinimos que la añada 2025 va a ser histórica por mentolada y balsámica. No para de llover, agua llama a agua como dinero a dinero, y los manantiales y regatos ibéricos bajan de lado al lado con un reservorio de agua subterránea mineralizada para varios años. Lo que perderemos en cerezas dulces o vinos de tempranillo menos maduros lo vamos a ganar en garnachas de las de una vez cada medio siglo. Aviso para navegantes y amantes de los vinos de Celtiberia.
19.05 Luis Iribarren
6.5.25
Detalle decorativo en el café
A veces la diferencia entre un servicio normal y otro con un pequeño detalle de buen gusto es tener imaginación. Ya hace un tiempo que se ha ido poniendo de moda decorar la espuma de un café exprés o cortado con la espuma final.
Pero no todos los profesionales saben hacerlo, aunque parezca sencillo. Y para el resto cada uno pone su imaginación al servicio de los clientes.
Este corazón encima de la espuma es un golpe de cacao con un botecito que tiene unas aperturas dispuestas para dibujar lo que se quiera con diferentes tapas del frasco.
Sencillo, fácil y rápido, y una manera de elevar el servicio y cobrar unos céntimos de más por el servicio.
5.5.25
Para qué sirven las flores en la cocina
Es un toque de color que debe realzar el producto final, y admite muy bien un pequeño toque de aceite en una ensalada o como decoración final de un pescado o una carne.
No tiene que distraer, no debe ser el protagonista, pero debe acompañar muy bien con su color el conjunto del plato. Si resulta complicado comprar flores, las otras opciones lógicas es conocerlas y tenerlas nosotros en macetas.
Por ejemplo la flor del romero o la del cebollino encajan muy bien. Pero también las margaritas, la albahaca, la borraja, la violeta o los pétalos de rosa. Los geranios o el girasol también son comestibles, y según el tamaño de la flor se puede poner entera o solo unos pétalos como detalle.
Como hacer churros de churrería
Pocas cosas son tan útiles y españolas para un buen desayuno como los churros en sus diversas variables. No hay unos únicos churros, hay varias maneras de hacer churros, pero es verdad que solo son válidos los churros buenos, que no son nada sencillos de hacer.
Unos churros sean andaluces, de Jaén o de Madrid, de Zaragoza o de Valencia, tienen que ser crujientes, tienen que sonar al comerse, deben ser poco aceitosos pero algo de aceite deben tener, es mejor que sean recién hechos y por ello algo calientes, blanditos por dentro y muy tiesos por fuera, de un color dorado oscuro.
Pueden ser Porras o Churros, cortados al hacerse y lanzarlos al aceite bien caliente, o pueden ser de los cortados tras freírse en forma de rueda de varias vueltas. Todos pueden ser muy buenos, o… muy malos.
Su masa no tiene secreto, o al contrario tiene varios secretos complicados de copiar. Agua muy caliente o casi hirviendo, igual cantidad de harina, sal sin quedarnos cortos, aceite y ganas de aprender a la hora de amasar que no hay que pasarse.
El agua con la sal e hirviendo se retira del fuego y se le añade de golpe la harina para mezclarse bien todo, y cuando ya se puede tocar con las manos después de amasar con una cuchara de madera, se sigue amasando en una mesa durante un minuto o dos minutos. NO MÁS.
La masa quedará pegajosa a los dedos, es lo habitual, pero no líquida sino casi como masa de pan. Hay pequeños trucos en el tipo de harina, y efectivamente, en eso hay opiniones. Creo que hay que usar masa de fuerza, de la de panadería. Y sin añadirle nada más.
¿Un poquito de bicarbonato? Pues venga, vale, pero solo un poquito. ¿Algo de mantequilla? Yo prefiero que no, pero hay personas que le ponen otro poquito.
Y eso sí, el aceite de freír que puede ser de girasol o mitad de girasol y mitad de oliva de no muy buena calidad pero suave, SIEMPRE, muy caliente, casi humeante.
Los churros congelados no funcionan, aunque algunas porras para tostadora salen aceptables. Los churros de panadería pueden ser bueno o malos, depende de la hora y de la churrería que las reparte por las tiendas.
¿Y cómo se toman? Yo no los mojo nunca, aunque entiendo que de hacerlo solo con el chocolate. Siempre tomo los churros con un café cortado pero los churros en seco, sin mojar. Y si sé que los churros son buenos, recién hechos, me atrevo a pedir un chocolate para disfrutar a tope.
No les añado azúcar por encima, pero lo entiendo. Los churros para mi no deben estar muy dulces o incluso deben tener un punto de sal, pero eso depende de gustos.
4.5.25
Fideuá al señorito o sin cáscaras
La fideuá es un plato valenciano que en vez de arroz utiliza fideos medios o gruesos para conseguir un plato parecido pero con alguna variables muy interesantes.
Yo prefiero que el fideo sea de un tamaño que al menos tengo hueco dentro de cada uno de ellos, para que le penetre mejor el sabor y el caldo. Pero el fideo fino o medio funciona muy bien, tal vez mejor hecho al horno que en paellera el fuego directo.
Hay dos pasos fundamentales para una buena fideuá. o mejor dicho tres toques imprescindibles. Uno es el caldo de pescados, de sabor potente, de morralla o de gambones con las cabezas bien refritas antes de añadirle el caldo.
En este caso que vemos en la imagen lo hice con algo de cabezas de gambones y con una raspa y una cabeza de salmón, para aquellos que creen que las cabezas, incluso de salmón, no sirven para nada. Se puede completar con unos mejillones, la carne de los gambones, etc.
Un poco refrita la morralla y tras añadir el agua encima con unas cucharadas soperas de tomate frito, algo de carne de pimiento y unos ajos enteros, se deja cocer unos 15 minutos. No más.
Y los ajos son el segundo paso fundamental. La fideuá tiene que sabe a ajo. Bien en el caldo, pero sobre todo en el acompañamiento de una mayonesa de ajo para quien quiera ponerle por encima a la fideuá a gusto del comensal.
El tercer punto clave está en freír los fideos en aceite de oliva en la propia paellera, hasta que tomen algo de color tostado. Una a dos cucharadas soperas de aceite en la base de la paellera.
Esto consigue que los fideos siempre queden duritos, y no salga una fideuá pastosa, aunque nos pasemos de cantidad de caldo o de tiempo de cocción.
Freímos los fideos y cuando tiene el color deseado, entre avellana o un poco más, el añadimos el caldo de los pescados, y dejamos cocinar todo unos 10 a 15 minutos. Rectificamos de sal, y poco más.
Eso sí, de la morralla y de la cabeza de los pescados sacamos la carne aprovechable a trozos, picamos finamente los mejillones y las gambas y añadimos todo a los fideos en los 5 últimos minutos de cocción.
Como es una fideuá "Del Señorito" todo tiene que ser sin raspas, conchas o pieles. Todo se tiene que comer sin pelar, ya hecho y todo pelado.
Pero se puede hacer una fideuá normal con cigalas, con nécoras, con calamares o sepia, etc. Eso sí, siempre cerca del plato una buena salsa de ajo, un alioli, y un buen vino blanco o cava.
En sus inicios era un plato de pescadores, de los fáciles y de los contundentes de sabor. Hoy es un plato ya muy sencillo y que incluso si se quiere hacer más fácil se puede cambiar el caldo de pescado de morralla por una caja de cartón de caldo de calidad, y el pescado a trazos pueden ser unas gambas congeladas puestas con el caldo. No es lo mismo, pero sale barato, es muy sencillo y no falla.