Hoy he tomado
un plato curioso y muy sencillo para complementar la visita de unos amigos.
Unas simples salchichas de ternera cocidas al vino tinto (10 minutos metidas a cocer directamente sobre un vino Cariñena) con cebolla
caramelizada, más una patata rallada mezclada con huevo batido y un poco de
harina (no sé bien la harina para qué), un toque de sal y pimienta negra,
formando unas tortetas con la masa y pasando todo a una freidora hasta dorar la
especie de hamburguesa de patata rallada. Nada más sacarla del fuego le añadía
una lámina de queso en lonchas y a servir.
Lo curioso de
este plato que terminaba una comida con varios aperitivos de diverso colorido y
encaje, es que esté realizado por un ¿cocinero o economista? de 23 años de edad
que solo se basa en leer libros de cocina, buscar recetas de otros países y
adaptarlos a las cosas que pilla por la nevera. Los éxitos están en las osadías
y el buen gusto a la hora de terminar de dar el sabor a cada comida. Si no hay
queso Leicester empleamos de esos de bolsitas empaquetadas. Si no hay vino
blanco se empela el tinto. Por si te quedas corte de sabor añade al plato un
poco de salsa de mostaza de Dijón triturada, fuerte y que complemente
perfectamente tanto la patata como las salchichas.