Los dátiles marrones que compramos y nos comemos, dulces y secos, en realidad se recogen de la palmera cuando están verdes o inmaduros, de un color amarillo dorado o anaranjado.
En cuanto dejan de estar verdes.
Una vez recogido el fruto se ponen a secar al sol unos días y se vuelven rojizos y su sabor cambia totalmente de áspero a dulce, mientras su carne pasa a ser jugosa y blanda.
Se carameliza su carne.
También se puede acelerar algo el proceso, mojando los dátiles en vinagre y dejar secar tapados por un paño o con papel de periódico o incluso mezclándolos con manzanas para que fermenten interiormente y se sequen.
No todas las clases de dátiles son iguales, pues en realidad hay más de 100 clases diferentes o variedades.
También se puede acelerar algo el proceso, mojando los dátiles en vinagre y dejar secar tapados por un paño o con papel de periódico o incluso mezclándolos con manzanas para que fermenten interiormente y se sequen.
No todas las clases de dátiles son iguales, pues en realidad hay más de 100 clases diferentes o variedades.
En la antigüedad era considerado el árbol de la vida pues crecían allí donde aunque en apariencia no había más que arena indicando que en los subsuelos había humedad, ya que sus raíces necesitan más humedad que otros arbustos de Oriente Medio, de donde procede, y se adentraban en los suelos.
Es un fruto que consumido en abundancia puede producir problemas digestivos pues resulta pesado, sobre todo para quien no esté muy acostumbrado a tomarlos de forma constante.
Es un fruto que consumido en abundancia puede producir problemas digestivos pues resulta pesado, sobre todo para quien no esté muy acostumbrado a tomarlos de forma constante.
Es un producto de alto valor calórico, por lo que no se recomienda a obesos o diabéticos.