Los churros españoles son auténticas frutas de sartén hechas
con harina, agua, sal y fritos en aceite. Parece imposible pensar que con solo
cuatro ingredientes tan básicos y normales seamos capaces de hacer decenas de
sabores y texturas tan distintas de un plato español que puede ser maravilloso
o un engrudo aceitoso e imposible de comer.
Es verdad que algunos llevan azúcar y aceite crudo en la
masa, otros saber manejar la temperatura del aceite de freír y su composición
de maravilla, otros dominan genialmente el “golpe de agua” al mezclar la harina
en agua hirviendo que ya contiene el resto de ingredientes, e incluso algunos
añaden un poquito de bicarbonato y dejan reposar la masa para “que suba” un
poco. Una operación imprescindible es jorear la harina antes de echarla al agua.
Los que hacen cientos si no miles de churros cada día saben perfectamente como
lograr su punto.
Os dejo unos churros rebozados en chocolate negro de las
ferias de las Fallas de Valencia.