En primavera los campos y ribazos se pueden llenar de
espárragos silvestres que cada vez menos gente recoge. Suelen ser espárragos
muy finos, verdes, que alcanzar en algunos casos bastante más de un palmo de
altura fuera ya de la tierra, llegando incluso a los dos metros de altura si no
se recogen cuando son jóvenes.
Su sabor es algo amargo, mucho más sabrosos que los
espárragos blancos tradicionales o los espárragos trigueros gruesos que se venden en los
mercados y su tipo de cocina es fundamentalmente cortaditos en trozos para
tortilla o revueltos y también como acompañantes en guisos de patatas. No confundir con los espárragos trigueros gruesos y más comunes de encontrar, sembrados y recogidos cuando ya han crecido hasta tomar al sol, que se puede hacer a la plancha o en preparaciones similares a los espárragos blancos.
Como es lógico solo se cortan y cocinan las puntas o yemas
blandas de estos espárragos que antes crecían en los campos de trigo y de allí
el nombre, pero que desde que se realizan los arados y siembra del cereal con
máquinas que profundizan más en la tierra ya solo se puede encontrar en ribazos
o en zonas de árboles frutales.