El bacalao salado da para muchos platos y aperitivos, es un producto histórico que bien desalado permite muchas presentaciones, guisadas o simplemente casi en crudo. Una vez desalado el bacalao que no tiene que ser de primera calidad por su grosor pero sí de primera calidad por su procedencia, lo reservamos entero en sus trozos que hayamos comprado.
Ponemos al fuego una olla a hervir con medio litro de agua y cuando esté hirviendo añadimos el bacalao un minuto. Si son trozos muy gruesos poner dos minutos. Es para matarle la trasparencia al pescado, pues cocido ya está con la sal y el secado.
Una vez sacado del agua y dejado enfriar, los limpiamos de pieles y lo vamos desmenuzando y lo limpiamos bien de raspas. Tiene que quedar a trozos pequeños, como olivas gruesas.
En una sartén ponemos dos o tres ajos pelados a tostar con una cuchara rasa de aceite de oliva hasta que los ajos estén dorados. En ese momento los sacamos y añadimos entonces al aceite una lata de pimientos del piquillo en conserva y los tenemos pochando en ese aceite un par de minutos. Sin duda si son pimientos rojos carnosos asados por tí mismo son mejores pues aprovechas el jugo de los pimientos, pero es más costoso en tiempo.
Enfriado el refrito de los pimientos los cortamos en trozos similares al bacalao y picamos en pequeño los ajos. Mezclamos todo con el bacalao y lo dejamos reposar un par de horas para que los sabores se mezclen pero las texturas no. Se sirve todo con unas aceitunas negras sin hueso, con unos pepinillos miniatura o con unos filetitos de salmón ahumado.
Nota.: La imagen es de martinmartin.es