Los romanos no eran en general gentes de mucho comer aunque los hayamos visto siempre en opíparas comidas sentados o tumbados mientras les ofrecían decenas de platos. Eso era en las fiestas y para los grandes hombres de negocios o de poder. Para los romanos normales incluidos los soldados, las comidas eran mucho más frugales y menores. Normalmente hacían tres comidas, aunque algunas de ellas serían para nosotros unos clásicos tentempiés en el mejor de los casos.
Empezaban el día con el jentaculum para tomar luego el prandiun con el que aguantaban hasta la hora de la cena que era la única comida de verdad, cuando ya el día laboral, la jornada se había consumido. En algunos tiempos se tomaba la vesperna cuando ya se iban a la cama, pero no siempre fue así.
El jentaculum era el desayuno, tomado de pie en casa tras despertarse a horas muy tempranas, antes que el sol amaneciera. Se tomaba algo sencillo y nutritivo: un pan ácimo oscuro llamado far algo de queso y aceitunas, un trago de vino y nada más. Incluso había familias que el jentaculum era un simple vaso de agua.El prandiun era una comida rápida al mediodía, que si se trabajaba cerca de casa se tomaban en el hogar y si se trabajaba lejos o bien se tomaba en el campo o en tabernas dedicadas a las comidas rápidas y frías. Era un plato con pan algo de carnes frías, un poco de verdura cocida y una fruta, todo ellos regado con vino. Dicen los escritos que ni era necesario sentarse en mesa, ni lavarse las manos tras tomar el prandiun.
La cena era la comida a la llegada al hogar y el descansar, estar con la familia y tomar los alimentos realmente contundentes para ir pasando los días. La única comida que realmente hoy entenderíamos como comida de verdad. La CENAE se tomaba tras bañarse en casa, sobre las 6/8 de la noche en invierno o las 7/9 en verano, y entonces si se tomaba en la habitación conocida como triclinium que era el salón, siempre alargado y doble de largo que de ancho, con al menos tres lechos o camas para comer con tres plazas cada una de ellas. por eso lo de llamarse triclinias. Las mujeres se sentaban en el suelo, a los pies de sus maridos o junto a ellos sentadas en las triclinias.
El lado que quedaba libre de la sala, con una mesa cuadrada y tres lados ocupados por las camas para comer, era el lado utilizado por los sirvientes o esclavos para ir atendiendo la sala. Si la familia no tenía sirvientes era así mismo la zona por la que se servían los alimentos y era la que estaba más cercana a la cocina.
En la cena era donde se consumías los platos cocinados y calientes, bien sopas o guisos, cereales y gachas, también entremeses, arroz o pasta cocida, purés muy espesos de verduras, carnes asadas, frutas y verduras cocidas y con salsas, pescados o mariscos, pasteles, quesos y frutos secos. Era también el momento de las reuniones con amigos, con la familia, para hablar y socializar, o incluso para medrar o delinquir. El vino con miel para que no se notara mucho el avinagramiento de este y las cervezas eras las bebidas típicas.
Los alimentos se consumían generalmente con las manos, aunque sí existían cucharas y cuchillos o palitos para limpiar algunos alimentos o la dentadura. Por eso era muy habitual tener lavaderos o si se tenía criados que se pasase varias veces con vasijas para hacer abluciones entre los platos. Y si era familia de posibles muchas veces las manos y sobre todo los dedos se limpiaban con miga de pan, que luego se tiraba a los perros que por la habitación deambulaban. Hasta el siglo I d.C. no se empezaron a utilizar las servilletas en algunas casas.
La vesperna que sería una última comida antes de dormir se tomaba si la cena había sido suave y no muy tarde, era una especie de merienda que se tomaba a la hora de irse a la cama, una recena muy suave y casi siempre bebida, una sopa, un puré o unas pastas, regados con un vino miel.