Hablaba ayer del maridaje de una buena hamburguesa con un filete de foie gras poco hecho y puesto por encima en vez de una ensalada o cebolla. Hoy he descubierto otro que cambia las tradiciones catalanas más asentadas en los menús de restaurantes baratos.
Siempre nos sirven o lo intentan, la clásica butifarra catalana junto a judías blancas o monchetas, que para quien no lo sepa son unas judías blancas cocidas y refritas que efectivamente están muy buenas si las saben hacer bien.
Pero hay más posibilidades para disfrutar —sobre todo por la noche por poner un ejemplo que nos obliga a tener que buscar alternativas— de una buena butifarra de setas o trufada, hecha al fuego del hogar. Por ejemplo acompañando a la butifarra de una excelente y a su vez modesta escalibada.
Aquí el buen aceite de oliva es imprescindible. También encajaría con las butifarra unas habas tiernas y pequeñitas, fritas como las judías blancas, pero el cambio no sería tan importante como con la escalibada.
O incluso unos guisantes refritos con tacos de jamón o simplemente pasados por la sartén sin más añadido que un golpe de pimienta blanca y una vez en el plato, cubiertos los guisantes con unos filetes de jamón que sudará con el calor de la verdura verde.