26.4.25

Patatas rellenas muy sencillas de hacer en casa. Aperitivo



Vamos a realizar un simple puré de patata algo espeso (que puede ser de patatas cocidas o simplemente puré de caja ya preparado), y una vez realizada la cocción, las pelamos, machacamos y mezclamos con carne picada refrita y algo de picante, o con algo de queso azul tipo Cabrales o con un picado de gambas o langostinos cocidos salados.

De esta forma obtenemos un producto casi tipo croquetas pero de patata en vez de harina, que hecho en bolitas lo podemos rebozar en huevo y pan rallado hasta obtener una especie de croquetas redondas que depositaremos luego en la freidora para tener unos aperitivos que podemos llamar patatas rellenas.

Si estas patatas rebozadas y fritas las servimos sobre una salsa tipo mayonesa o de yogurt o rosa y la decoramos ligeramente (por favor que no sea tan cursi como en la imagen), tenemos un primer plato o una tapa moderna y sencilla que sorprenderá al comensal. 

Encaja perfectamente también con una ensalada de berros, de rúcula o de lechugas tiernas o brotes de variado color. 

Y recordar que la patata soporta muy bien el picante, y los sabores fuertes como la mostaza.

25.4.25

Risotto de achicoria de Lidl Deluxe


Habitualmente los productos finales y ya terminados que nos venden en los supermercados en forma de sopas de sobre o arroces en paquetes para llegar y cocinar sin entender nada de cocina, suelen estar entre regular y bien, pero nada más que eso. Pocas veces sobresalen.

Este sobre de arroz para hacer un risotto de achicoria, arroz con achicoria, es a mi gusto uno de los que sobresalen. No es habitual, logra un sabor suave y no excesivamente "de sobre" y permite algunas mejoras suaves que todavía lo resucitan más.

Utilizan arroz Carnaroli que es italiano y aunque lleva solo un 2,5% de achicoria está muy logrado. El sobre está para llegar y añadir a un litro de agua hirviendo y dejarlo unos 15 minutos cociendo, aunque esto depende del tipo de agua. Podrían ser un par de minutos más.

Yo creo que se debe añadir una cucharada sopera de aceite de oliva al agua, ellos recomiendan mantequilla y encaja perfectamente, y luego y al final, añadirle queso rallado parmesano o al gusto. Y aquí entran precisamente los gustos.

Puede encajar muy bien algo de queso azul francés, incluso al finalizar la cocción y para dejarlo dos minutos de reposo, añadirle un toque muy fino de cebollino o de perejil, o cilantro. A gustos.

Un toque algo especial se logra añadiendo a ese litro de agua para cocer, unos 250 c.c. de vino blanco (un vaso grande) como primer golpe líquido y cuando el arroz lo haya absorbido añadir 750 c.c. de agua.  

Sí, es un sobre de los Supermercados Lidl que como es lógico no paga nada por salir aquí, pues este blog es voluntario y si alguien paga se dice. Como debe ser siempre. Lo que no garantizaría que se fuera a hablar mejor o peor de los productos.

24.4.25

Patatas cocidas picantes y diferentes


La patata tiene tantas formas de presentación, de cocinar, que es insustituible. Asadas, fritas, cocidas, guisadas, rellenas, y además encaja con multitud de complementos y sabores añadidos.

Estas son unas patatas cocidas que han pasado ligeramente por una sartén a fuego fuerte para darles un suave toque crujiente final.

La presentación es el fuerte del plato. Con una salsa mayonesa con ajo, que no es lo mismo que un alioli, y un trozo de conserva de hígado de bacalao que es una delicia suave y delicada. Junto al pescado, una mermelada de tomate (algo picante si te atreves, con unas gotas de salsa tipo tabasco, muy pocas y mezcladas, en la mermelada) o una salsa de tomate (no mermelada) picante al gusto. Todo depende de quien cocine esas humildes patatas cocidas.

Sin casi intervenir, hemos convertido una simples patatas cocidas en un plato de calidad, sabroso y con ligeros toques diferentes. Unas semillas por encima logran que de otra sensación al paladar. 

Sandía con limón y caramelos de menta

En el libro “La comida de la familia” de Ferrán Adriá y su equipo, nos presentó un plato como postre de lo más sencillo y agradable, a la vez que original y con unos productos de lo más fáciles viniendo de una cocina experta en los tiempos modernos.

Exprimimos bien un limón con jugo para conseguir una cucharada sopera al menos, al que le añadiremos otra cucharada sopera de azúcar. Mezclaremos.

En un bol cortaremos un par de tajadas gruesas de Sandía en tacos, a ser posible sandía sin pepitas, de la moderna. Y la serviremos sin la piel, solo la carne roja en tacos gruesos.

Sobre la fruta, sobre la sandía, rociaremos el limón con el azúcar y tras taparlo con un film lo dejaremos en reposo media hora al menos.

Machacaremos unos caramelos balsámicos, de esos trasparentes o blancos de menta, entre dos papeles de cocina gruesos, con la ayuda de un rodillo o un martillo de madera o similar. Incluso un almirez sirve para convertir los caramelos en trozos muy pequeños.

Serviremos la sandía en un plato y sobre ella rociaremos un poco del polvo y trocitos de los caramelos balsámicos, dejando en un platito el resto grueso de los trozos de los caramelos, para que cada comensal se sirve lo que crea conveniente. Muy original, sencillo y diferente.

Ensalada de frutas desde la clásica ensalada aragonesa


En Aragón somos muy dados a las ensaladas en nuestras mesas, se nota la huerta cercana en todo el Valle del Ebro. Lechugas, cebollas dulces y tomates serían la base junto al excelente aceite de oliva o las olivas negras.

Pero tenemos que decorar de sabores nuevos esas ensaladas con nuevas propuestas. Y a una ensalada clásica le encaja muy bien una manzana algo ácida en trozos pequeños, unas rodajas de piña cortada en dados, incluso unos granos de uva no muy grandes.

El aceite refuerza los sabores, la sal junto al dulzor de las frutas crea otras sensaciones gustativas, y si por encima le ponemos algo de cebollino picado, de unas hojas de menta o incluso unos pequeños toques de tomillo fresco, los sabores son totalmente distintos.

No hay que abusar de las aromáticas, pero en su justa medida refuerzas sin apoderarse de los sabores naturales de un buen tomate, de unas hojas es espinaca crudas o de una cebolla de Fuentes de Ebro.

Por cierto, el frescor que ofrecen los granos de guisante y habas pequeños y crudos es muy interesante en una ensalada. Lo aprendí en Murcia y son otro complemente que puede sorprender. Pero de tamaño pequeño y tiernos.

23.4.25

Queso fresco rebozado y frito


Hay muchas formas de comer queso, incluso como aperitivo cocinado. Esta presentación son una trozos de queso fresco con sal, en vez de rebozados en huevo  pan rallado que sería lo fácil, envueltos en una masa de empanadilla. Y fritos en aceite bien caliente.

Me los sirvieron en New York con una salsa de tomate picante, aunque podía pedir otras salsas entre ellas tomate dulce. En realidad es un aperitivo que también se hace en España pero con el queso rebozado en vez de metido dentro de una hoja de masa de empanadilla. 

Los que me sirvieron no eran caseros, sino congelados y fritos en freidora. La masa llevaba también unos golpes de pimienta negra.

Si en vez de queso fresco con sal lo haces con queso fresco sin sal, y les añades al final azúcar por encima o azúcar con canela, y los acompañas de una o dos mermeladas, te pueden quedar unos postres sencillos de queso, con otra presentación diferente.


21.4.25

Arroz de marisco caldoso de Portugal. Arroz algo picante



Uno de los platos estrella de la cocina portuguesa es su arroz de marisco, que en realidad para los españoles sería un arroz caldoso (o meloso) de mariscos y algo (poco) picante. 

Pero sin duda es un gran plato, contundente, fuerte de sabor, muy bien elegido en sus ingredientes estrella y que sobre todo en el Norte de Portugal es un plato festivo que no suele defraudar.

En su composición entra la forma similar de preparación al clásico arroz caldoso español, aunque es verdad que hay decenas de forma de realizar una paella o un arroz caldoso. 

Se utilizan mejillones (allí son más grandes y muy llenos), patas de buey de mar, gambas y almejas, y si es ya un plato muy serio (y caro), le ponen langosta o bogavante.

Sin duda lo principal es aprovechar muy bien los caldos que salen de cocer el buey o el bogavante o langosta más el caldo de abrir las almejas y mejillones. La base es fundamental en todo tipo de arroces para recoger los sabores. 

En Portugal estos mariscos los cuecen con un agua que ya lleva la guindilla, el piri piri o cayena molida, para que además de dar sabor al caldo final vaya dando sabor picante al marisco. Pero sin pasarse, de forma suave.

En una olla profunda hacemos un rehogado con aceite de oliva, tomate muy picado, cebolla, ajo y luego añadimos el caldo de las almejas y los mejillones, un buen vaso de vino blanco y el caldo de los mariscos

A los cinco minutos hay que añadir el arroz (tipo clásico de nuestras paellas) y las patas del buey de mar ya cocido y partidas en trozos para que luego se puedan comer con más facilidad y terminen de sacar sus sabores.

Cuando el arroz lleve unos 10 minutos de cocción con las patas del buey y el refrito, añadir las gambas, los trozos de la langosta o bogavante y revolver todo para dejar cocer otros 5 minutos. Pasado ese tiempo añadir los mejillones y las almejas y tapar tras apagar el fuego. 

A los 5 minutos de estar tapado, poner por encima perejil o cilantro picado y servir bien caliente y caldoso.

Un albariño o un vino Verde de Portugal es obligado. Y mientras se espera al arroz, unas croquetas de bacalao también. 

Como se puede observar no lleva calamar, el sabor final pica pero no en exceso y con una cayena entera o un poquito de cayena (piri piri) molida, es suficiente. Sobre todo para los paladares españoles que no estamos muy acostumbrados a los arroces picantes.

Garbanzos con bacalao, fáciles y rápidos


Voy a plantearos una receta de cuaresma, pero que se puede hace durante todo el año. Un plato muy típico en casi toda España, antiguo, casi históricos. Unos garbanzos con bacalao. Sencillos y muy fáciles. Podemos plantearnos cocer nosotros los garbanzos o utilizar un frasco de cristal con los garbanzos ya cocidos. Esto facilita la receta y nos garantiza la cocción, aunque perdamos algo de calidad final.

Si los cocemos nosotros, la noche de antes y con agua del tiempo los ponemos a remojo, y luego de lavarlos los cocemos en agua fría con algo de sal, dos o tres dientes de ajo y media cebolla, durante unos 60/90 minutos en olla normal o unos 25/30 minutos en olla rápida. 

Pasado ese tiempo probar la dureza de los garbanzos, pues los tiempos también depende de la calidad y el tipo de garbanzo.

A partir de unos garbanzos ya cocidos, hacemos en una olla un refrito pochado lentamente de un diente de ajo muy picado, algo de cebolla cortada muy menuda y dejamos lentamente que se vaya pochando. 

A los 10 minutos le añadimos una cucharada sopera de tomate frito, y si se quiere más sabor una cucharadita de café de carne de pimiento choricero o una pastilla de caldo de pescado. Esto último refuerza el sabor final.

Dejamos cocer todo con medio litro de agua cinco minutos y entonces añadimos los garbanzos otros cinco a diez minutos cociendo con todo el refrito y el caldo. Todavía sin el bacalao. 

En este momento y si no has añadido carne de pimiento choricero puedes ponerle un toque de pimentón dulce.

El bacalao lo tendremos desalado de la noche anterior, hay que limpiarlo de pieles y sobre todo de raspas o espinas, no tiene que ser un bacalao de grandes piezas pues lo vamos a desmigar, pero sí debe ser un bacalao de calidad pues a veces se venden pescados salados que no son en realidad bacalao.

En un mortero pondremos un trozo pequeño de pan frito en sartén y lo macharemos bien con media docena de garbanzos cocidos y un poco de aceite de oliva, para hacer una pasta que dará grosor o espesor a la salsa.

Añadimos este majado al caldo y ponemos el pescado ya desmigado. Con 2 a 5 minutos finales de cocción ya es suficiente. Yo recomiendo solo dos minutos.

En ese momento le podemos añadir por encima o bien un huevo cocido muy picado o unas hojas de espinacas pequeñas y troceadas. Estos dos ingredientes se terminan de encajar en el plato con el calor residual de los garbanzos y el bacalao.

Recuerda, esto es un plato único, si acaso comenzado con algunos pequeños aperitivos para hacer boca. Y un vino tinto de Rioja, de Borja o de Valladolid.

Cuatro tomates cherry de diferente color. ¿Y sabor?


Cuando buscamos nuevos sabores, a veces antes de encontrarlos con facilidad, hayamos nuevas presentaciones, nuevos colores del mismo producto, como en estos tomate cherry (podríamos haberlos bautizado como "cereza o miniatura" pero caímos en los anglicismos) que ahora están tan de moda, por su facilidad para cultivar incluso en macetas y por su precio más elevado que los tomates considerados normales. 

Su forma de comercializarse los ha convertido en un producto caro, pero que encaja muy bien en presentaciones de platos, por su color y su forma.

Tomatitos amarillos, de pera, negros o enanos cherry para disfrutar de ligeros cambios en el sabor pero al menos suficiente en su color e incluso en su textura. 

Es una manera diferente de presentar un plato de ensalada con más color o unas tapas con un golpe de sal y unos aceites diferentes para reforzar el sabor.

Sigo pensando que el tomate rosa y gordo de Huesca es de los que más sabor tienen, de momento, hasta que los jorobemos y los intentemos cambiar para hacerlos más guapos.

Nos hemos ido cargando el sabor real del tomate de siempre, hoy híbridos y sosos, y a su vez hemos logrado subirlos de precio poco a poco y de forma imparable. 

20.4.25

Queso Cabrales, Idiazabal o Roncal, como postre dulce


Los quesos fuertes de sabor y en especial los quesos tipo azules como los Cabrales aunque también sirven los curados y muy curados, se pueden servir en plato como un postre dulce de final de comida, si le añadimos una fruta, unos frutos secos, algo de mermelada a su lado, y unos vinos rancios o moscateles.


Cortamos unos filetes finos de Cabrales, Gamoneu, Idiazabal, Manchego o Roncal curados y ponemos por encima del queso o bien unas gotas generosas de miel o bien unos filetes de uvas blancas o unas láminas de pera dulce, o un poco de mermelada ácida como se hace en Europa. 

El cambio de sabor del conjunto es fabuloso, se realza el queso y se obtiene un nuevo producto que encaja maravillosamente con un cava, un moscatel, un vino generoso, un vino rancio.

Aconsejo la prueba para convertir un queso fuerte en algo novedoso con unos pequeños cambios en la presentación. Una simple miel o una fruta. Si la miel es de sabor fuerte de hierbas de campo mucho mejor.

Ternasco de Aragón, explicación de sus formas de cocinar

La carne de ternasco (así llamamos en Aragón a los corderos muy jóvenes) corresponde a la carne de los corderos menores de 90 días que pertenecen a alguna de las siguientes razas ovinas autóctonas aragonesas: raza Rasa Aragonesa —la más extendida en Aragón—, Ojinegra y Roya Bilbilitana

Es un tipo de carne que se encuentra en todas las carnicerías de Aragón y en muchos de sus Grandes Superficies, con unos sellos indicativos para que no existan dudas de su procedencia.

Es un cordero con un peso en vivo de unos 12 kilos, aunque en algunos pueblos de Aragón se sacrifica más joven y pequeño con 70 días y unos 10 kilos en vivo. 

Es una carne ideal para hacer frita o asada, con un sabor a carne joven y nada fuerte, sin sabores a hierba o a un animal sacrificado, lo que le confiere gran calidad para recetas en las que se desea una carne con sabor natural, algo complejo con otras razas de corderos.

Las recetas más conocidas en Aragón para este tipo de carne son las paletillas asadas, las costillas fritas en poco aceite y si acaso con algo de ajo y perejil o costillas empanadas en huevo y pan rallado, los jarretes guisados o los bajos de ternasco muy fritos (casi churruscados) o guisados como los jarretes. 

Sin olvidarnos de la maravilla de carne de ternasco a la brasa y parrillas para días de fiesta y celebración.

Patatas asadas para unas lubinas


Hoy voy a preparar para comer unas lubinas asadas con patatas. Un plato muy sencillo de hacer y del que tenéis decenas de recetas por la web. Pero quería comentaros cómo preparo las patatas del fondo.

Las lavo bien, no las pelo y las corto en mitadas. Las pongo en el horno de asar sobre una cama de vino blanco rebajado al 50% con agua, y encima pongo las patatas. Les pongo unos golpes de pimentón dulce con un poco de tomillo y otro poco de cayena molida (si no gusa el picante, o nada de nada o muy poco). Ver la imagen.

A veces a las patatas les añado unas cebollas enteras o cortadas por la mitad, según el tamaño de estas. Hay comensales que les gusta la cebolla asada. Todo depende de cada persona.

Le añado la sal, algo más de lo habitual, y riego con aceite de oliva, antes de meter al horno a 200 grados unos 20 minutos, revisando cada 5 minutos para regar algo las patatas con el caldo de la base. En el primer riego, a los 5 minutos del inicio, bajo el horno a 180 grados.

A los 20 minutos añado las lubinas abiertas por la mitad, limpias, con un riego del mismo vino blanco de la base inicial para las patatas, la sal, y un golpe de pimentón dulce por encima. Y dejo todo otros 10 minutos más a un horno de 180 grados. Y si las patatas están ya en su punto, a servir. 

Otra fórmula es no ponerle pimentón al pescado, y cuando ya esté hecho y sin sacarlo del horno, para que se termine de hacer con el calor residual, le añadimos una pequeña salsa que hemos hecho en una sartén, de la siguiente manera.

Ponemos dos cucharadas soperas de aceite de oliva, le añadimos unos ajos sin piel y cortados por la mitad,  y cuando los ajos ya estén dorados, amarronados pero nunca quemados, le añadimos una cucharada sopera de pimentón dulce pero fuera del fuego para que se haga con el calor residual de la sartén pero que nunca se queme el pimentón para que no amargue. 

Esta especie de salsa es la que pondremos por el pescado cuando ya esté asado, dejándolo unos 5 minutos para que se terminen los sabores de mezclar con el calor residual del horno.

Como veis toda esta receta os puede costar unos 35 minutos, y como lo mejor es servirlo recién hecho, se puede comenzar unos 30 minutos antes de la hora de la comida. Pongamos que os costará unos 45 minutos antes, para que no es pille los tiempos, pues lo lógico es comenzar con un aperitivo y que la persona que está en la cocina, también disfrute como todos de la comida, sin agobiarse. Por estar las lubinas en el horno final ya apagado, unos 30 minutos de más, no las estropea, eso sí, que no se sequen y que esté el horno apagado.


Galleta salada en bocadillo. Aperitivo o tapa muy sencilla


Hay pequeños sabores muy sencillos de realizar en casa y que pueden sorprender a tus acompañantes de mesa. Se trata de plantearles pequeños bocados para un aperitivo distinto y sencillo acompañado de un vermut catalán o italiano.

Este que os comento no es ninguno en concreto, pues tiene muchas opciones, es una simple técnica de cocina o de presentación de producto, que funciona muy bien como un aperitivo.

Es un mini bocadillo de galletas saladas, de las que se compran en paquetes o botes, y solo rellenas "de algo" en este caso de un paté de cerdo con espárragos trigueros

Pero en medio de las dos galletas saladas se puede poner un poco de salmón ahumado o una anchoa enrollada, o un poco de sobrasada con o sin una gota de miel, o un poquito de ensaladilla rusa pequeñita, o una gulas picantes, o incluso una rodajita de kiwi o media uva sin pepitas.

La galleta como es salada ayuda mucho a las mezclas con dulces, picantes, agrios o incluso salados más complejos como los ahumados.