Logroño es
una gran ciudad de tapas, su calle Laurel y alrededores el ejemplo más habitual para ir
tomando vinos de Rioja con tapas de muy diverso diseño, que siempre encantan.
Mezcla la tradición del cercano País Vasco con la contundencia de Navarra, La
Rioja y Aragón en los pequeños platos.
Dos tapas
destacan sobre todas, por tradición una y por novedad convertida en tapa la
otra. Pero hay decenas de pequeños cuadros a la vista y a las sensaciones.
La clásica
tapa de champiñones a la plancha, con una torre de 3 champiñones sin pie que
terminan con una gamba y unas gotas de una salsa propia tiene años pero se mantiene
en lo más alto, sobre todo para los que frecuentan menos Logroño.
La novedosa y
contundente se llama “los rotos” y basándose en los muy conocidos huevos rotos la
han adaptado a tapa. Sobre un coscurro de pan o un panecillo pequeño vaciado de
miga ponen unos huevos rotos mezclados con patata panadera tipo a la que se
hace para las tortillas de patata a la que le añaden según los gustos del cliente
desde gulas a chistorra, bacalao o setas, morcilla o pollo al ajo.

Y recordar, es casi obligado tomar vino tinto de Rioja. Encaja perfectamente, es barato y estás en la tierra del Rioja.