El otro día y en una ventana diferente a esta escribía sobre Nápoles y Aragón, sus particularidades musicales y sus bellezas. Hoy vamos a dar una simple pincelada de su gastronomía, rica y particular aunque se crea que es claramente italiana en ese deseo de globalizar todo para restarle personalidad detallada. No deberíamos salirnos hoy de aquí sin conocer su propio café napolitano de media mañana y de media tarde y que ellos hacen con una máquina un tanto especial pues hay que darle la vuelta en el momento en que hierve el agua. Es un café lento, calmado, sin prisa en su elaboración y donde el agua es un elemento a cuidar. Dicen los entendidos napolitanos que un café que se haga en menos de 10 minutos es estropear el café. Y no es que el café tenga que estar mucho tiempo con el agua, sino que lleva un proceso lento y calmado.
Pero no es el único café que se toma en Nápoles, el más curioso es el café a la avellana, o el café con anís un clásico carajillo también aragonés, o el café sin azúcar pero con una porción pequeña de chocolate negro en su fondo. Esta última variable se puede hacer de forma más sencilla poniendo junto a los polvos de café un poco de polvo de cacao, o incluso añadiendo al café una cucharadita pequeña de Nocilla o Nutela. Si este preparado de chocolate lleva también avellanas pues logramos una mezcla del café de avellana con el café con chocolate.
Para darle sabor os dejo una imagen de Nápoles, cortesía de Mayte Aparicio de la ebrosa Logroño.